martes, 27 de enero de 2009

Conclusión

Te voy a dar unas pistas y tu tienes que adivinar a que persona estoy describiendo.

1. Originalmente fue una de las 24 costillas de un hombre, de tan humilde principio paso a ser su mujer y, luego se convirtió en su propietaria.
Por prestar oídos a las insidias de una serpiente y su afición a las manzanas se echo encima la ira divina y el castigo, para ella y sus hijas de dar a luz con dolor y sin anestesia.


2. Heroína francesa, hija de campesinos, que a los trece años creyó oír voces celestiales que le incitaban salvar Francia de los ingleses a los que derrotó en la batalla de Patay, liberando asía la Delfín, quien fue coronado con el nombre de Carlos VII. Fue abandonada por los suyos y vendida a los ingleses acusada de herejía y hechicería. Condenada a morir en la hoguera –según dicen a partir de entonces los ingleses se aficionaron al roast beef- El Vaticano la declaro santa en 1920. Mientras se achicharraba lanzó un mensaje a las mujeres “Señoras, es preferible quemarse en la hoguera que en la cocina”.


3. Emperatriz de Rusia llamada “La Grande” porque todos los hombres le quedaban chicos. De origen alemán fue llevada muy joven a Rusia con el objetivo de casarla con el futuro zar, el archiduque Pedro, joven tarado que aún después de llegar a la edad adulta, solía llevar juguetes a la cama y mojarla. Ella se casó con él y lo aguantó 17 años, pero en cuanto su marido subió al trono con el nombre de Pedro III, lo derrocó y mandó a asesinar. Llevó a cabo numerosas reformas internas, protegió a escritores y filósofos, guerreo contra enemigos y ensancho considerablemente el territorio ruso. Déspota, libidinosa y arbitraria látigo en mano gobernó a sus súbditos e hizo funcionar a sus amantes. Por deficiencias de la estadística de aquella época no se sabe con exactitud qué tuvo más si súbditos o amantes pero según parece por ahí se iban.


4. Fugaz emperatriz en México nacida en Bélgica, residió en Chapultepec desde 1886 cuando partió nuevamente para Europa a pedir auxilio a Napoleón III. La teoría más difundida es que perdió la razón, al no conseguirlo, pero a opinión personal es que la emperatriz se volvió loca desde antes, debido a que su propio marido Maximiliano la obligará a vestirse de china poblana, zapatear jarabes y sones, comer antojitos picantes a todas horas y dejarse poner sobreros de charro por el populacho aplaudidor, cada vez que la pobre aparecía en público.

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